Poco a poco

lunes, 26 de abril de 2010

A punto del suicidio emocional



No hay peor sensación que sentirse abandonada y desolada, sentir que a nadie le importas ni importarás, que eres prescindible, que sólo te tienen en cuenta cuando les interesas. Es decir, sentir la pura soledad mientras tu mísera tristeza hace asomo de la forma más húmeda posible sin apenas poder controlarla.

La inseguridad de que tu propia existencia sea necesaria en este mundo te embarga constantemente, lo único que te distrae es asistir a prácticas pero entonces te viene a la cabeza la puta comida, tu otra obsesión… ¿Cuándo empezó todo esto? Creo que desde siempre he sentido ese rechazo por parte de la gente, ese sentirme fuera de lugar, esa tendencia a aislarme y nunca encontrarme integrada… lo otro surgió como quien no quiere la cosa, quizás como única manera de tener control sobre algo que me atañe: mi alimentación…

No sé, a veces pienso que debería morir… no suicidarme, porque no tengo el valor necesario, pero sí que me pasara alguna desgracia: un accidente u otra cosa… pero sería injusto hacer padecer tanto dolor a la familia y considero que esa sería la forma más cobarde de solucionar mis problemas.

Y mientras tanto, tienes que poner tu mejor sonrisa, fingir que no te das cuenta y sobrevivir cada día durante ya casi 22 putos años.

Pero las cosas no mejoran si lo único que sabes hacer es autocompadecerte, si no cambias o al menos lo intentas. Tu personalidad depresiva y tu baja autoestima no ayudan y menos si te desmoralizan cuando empezabas a ver la luz… pero la vida continua y o lo coges o lo dejas, está claro… el problema viene cuando te ves en un futuro más amargada que un café solo, más solitaria que las brujas de las pelis y criando una multitud de felinos…

Nadie dijo que vivir fuera fácil, solo espero algún día salir de este agujero que parece no tener salida. Aunque mientras, me gustaría esconderme y hacerme chiquitita…